jueves, 5 de noviembre de 2009

Capítulo cuatro: La independencia y los miedos

Capítulo cuatro: La independencia y los miedos

Explorando un poco en bibliografía especializada se hace irrebatible la preocupación en el manejo de la libertad que se adquiere una vez que un individuo entra en la etapa madurativa. De hecho, se conocen muchos casos en los cuales los jóvenes, una vez que los padres les hayan otorgado más libertad, se sienten incapaces de manejarla.

Y muchas veces lo primero que hacen con su nueva libertad es portarse aún peor que antes, en lo que parecería ser un intento para lograr que los padres retomen el control sobre ellos.” (Bayard, Bayard, 1988: 71)

Mediante las anteriores palabras, se justifica la idea de cómo es que los chicos buscan esa libertad insaciablemente, muchas veces para poner a prueba el dominio por parte de sus padres, pero, una vez conseguida, quieren deshacerse de ella. Hasta entonces, los progenitores imponían su poder sobre su hijo pero una vez crecidos, deben ser conscientes de que ellos propios manejan su vida y serán los que tomen sus decisiones, no más padres asignadores. ¿Qué es lo que los aterra, qué es lo que los hace dudar? Sin rodeos, el miedo.

“En la adolescencia se pierde la caparazón de la infancia, y todo duele y asusta" (Dolto, La Nación, 2009).

No es coincidencia que los jóvenes, aturdidos por el mundo que les espera, se refugien en otros. La presión que ejerce el mundo externo, el tener que tener cierta madurez, las ideas claras, paraliza e intriga. La tentativa de poder manejar la vida tal como uno quiera los seduce, pero, no pasan por alto la correlación que hay entre esa libertad y el miedo que ella ocasiona. Por eso mismo, en una primera instancia, a lo mejor, se sientan más confiados de poder manejarse por sus propios medios pero, cuando afrontan la realidad, y saben que no pueden echarse atrás, que no pueden volver a ser niños y resguardarse en los brazos de la madre, quieren regresar al estado en que mamá y papá se encargaban de decidir por ellos.

Cuando los adolescentes se salen de la protección de los grandes y se topan con el miedo mencionado, lo que suelen hacer es comportarse de una forma indebida para obligar, inconscientemente, a los padres a retarlos, a reubicarlos, a que vuelvan a decidir por ellos. Basándonos en esto, podemos entender las causas de semejantes atrocidades que cometen y que se vuelven rutinarias en el hoy. Incluso, puede ocurrir que se inclinen por generar presión por parte de la sociedad, ejemplos como por parte del colegio, de algún mayor, de algún vecino o del colegio. Esta reacción ante el miedo se reitera tantas veces como le haga falta al individuo, hasta que las ganas de ser libre puedan derivar el miedo y logren actuar por su cuenta. Mientras tanto, los padres deberían conseguir que sus hijos se hagan cargo de sus travesuras, que sean ellos los que hablen con las autoridades del colegio, que se disculpen de su vecino, del mayor involucrado.

Además, cuando se dan cuenta que son ellos los responsables de sus decisiones, se ponen molestos debido a que si se equivocan, ya no pueden culpar a otra persona. Deben experimentar, lo cual proviene acompañado del error. Sin embargo, la vida se trata de “prueba de error”; por lo tanto, una vez que sean conscientes de aquello, sabrán manejarse mejor y aprender de las malas experiencias y errores. Mientras tanto, se necesita un seguimiento de personas del entorno para que, sin tomar las decisiones por el adolescente, sí le sean de ayuda y referente a la hora de tomar una medida.

Estudios realizados por la Sociedad Argentina de Pediatría indican que una de las causas de suicidios y de la violencia que hay en el círculo de la juventud proviene del miedo. Es totalmente absurdo llegar a tal punto, el miedo es una sensación que puede controlarse, y lo que es más, uno debe acostumbrarse a ello ya que no se esfumará una vez que se alcance la adultez. Es relevante el rol de los padres en el acompañamiento durante esta fase para afrontar dicho dilema y es preciso encontrar el punto hasta el cual deben intervenir y cuándo deben dejar que sus hijos sigan solos. En el próximo capítulo se tratará dicho tema.

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