jueves, 5 de noviembre de 2009

Capítulo tres: La identidad en la juventud

Capítulo tres: La identidad en la juventud

Los adolescentes, como ya se sabe, pasan por una etapa de egocentrismo donde el papel más importante suele ser su figura. Su fiesta de egresados, su viaje, sus salidas con amigas, sacarse fotos de ellos mismos...adquiriendo más responsabilidades creen que pueden contra el mundo, creen que pueden controlarse y manejar su alrededor.

(...) egocentrismo adolescente, definido por la incapacidad para diferenciar ese poder recién estrenado del yo que reflexiona, del universo social sobre el que se reflexiona(...) Elkind (1979) ha hallado además dos manifestaciones concretas de este egocentrismo a las que ha denominado audiencia imaginaria y fábula personal. La audiencia imaginaria nace de una autoconciencia tan acentuada que lleva al adolescente a imaginar que su conducta o apariencia es el centro de atención de todas las personas que lo rodean. Actúan así o sobreactúan para el público visible o invisible. Por su parte, la fábula personal lleva al adolescente a creer que sus vivencias son únicas y a crear una historia propia que repite ante sí misma y ante los otros(...) La fábula personal está igualmente ligada a un sentimiento de omnipotencia e invulnerabilidad. Así, los adolescentes tomarían parte en conductas de riesgo- a conducir bebidos, tener relaciones sexuales sin contraceptivos- no sólo buscando sensaciones fuertes sino en la firme creencia de que no sufrirán sus consecuencias.”[1]

Esto de actuar en público o a solas puede explicar muchas de las personalidades que adquieren los jóvenes, el por qué se comportan de una manera frente a sus padres y de otra frente a sus pares, por qué se comportan como lo hacen: los góticos o emos, por ejemplo, crean una personalidad y una imagen de sí mismos mediante la vestimenta, tipo de música, etc., pero también por cómo se presentan ellos ante los demás, como quieren que el resto los mire, como ellos actúan para ser reconocidos de tal o cual manera. Aquí entra en juego también la necesidad de llamar la atención de los adultos y de sus compañeros, situación que se da justamente optando por portarse de forma inusual, romper con la tradición e inclinarse por corrientes más alejado de lo clásico, de lo “normal”. Es así como aman pasar horas frente al espejo maquillándose, probándose ropa, sacándose fotos, hablando de ellos y de sus “experiencias únicas”; precisamente, es la fábula personal lo que los lleva a operar tan egocéntricamente, lo que los lleva a posicionarse a ellos y sus necesidades en un primer nivel.

Paralelo a la idea de este egocentrismo, se encuentra el dilema de la omnipotencia y sus consecuencias: hace que se crean capaces de resolver todas las situaciones y manejar sus propias vidas tomando decisiones. Opinan que pueden fijar el punto previo a emborracharse, opinan que pueden decir “no” antes de manejar en un estado de ebriedad, decir “no” en el momento de parar con el acto sexual…sino, ¿por qué tantos borrachos por fin de semana? ¿Por qué tantas peleas callejeras? ¿Por qué tantos embarazos y enfermedades por transmisión sexual?

Obviamente, a lo largo de la historia de la psicología, se registraron en los consultorios numerosísimos problemas con respecto a cómo encara la juventud el asunto de la identidad. Entre los síntomas de aquellos que se sentían poco aceptados, es decir, que poseían una identidad más débil, menos formada, menos desarrollada, se encontraban los siguientes:

§ Ser callado, tímido y huidizo

§ Constantemente haciendo bromas, burlas, agresiones escondiéndose de los demás

§ Tendencia a hablar de sí y no poder escuchar a los demás

§ Aparenta ser alguien que no es con ideas y opiniones que no son suyas

§ Tímido y servil con los de carácter más fuerte mientras que se aprovecha y burla a los que son más dóciles

§ Se autorotula seguido

§ Preocupación excesiva por apariencia física

§ Critica infatigablemente a los demás

Como es visible, se puede hablar de jóvenes con cierta tendencia a escapar de su debilidad y pasmarla en los demás: en todos los casos se puede ver cómo una persona con falta de identidad se preocupa por quedar bien con los que considera más fuertes y se aprovecha de los opuestos. Y hacen en ellos lo que se resisten a que el mundo hagan sobre ellos mismos: burlarlos, criticarlos.

Ya en un nivel más avanzado, debido a la carencia de la identidad, se pueden localizar términos que juegan un papel fundamental en sus vidas como son la frustración y el autoestima.


[1] MORENO, Amparo, DEL BARRIO, Cristina (2005), A la búsqueda de un lugar en el mundo, Buenos Aires, Aique Grupo Editor.

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